Don Quijote de la Mancha -Miguel de Cervantes-

 

Ucrania y la paz por agotamiento – Jan 16, 2023 SHLOMO BEN-AMI

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Ucrania y la paz por agotamiento – Jan 16, 2023 SHLOMO BEN-AMI

 

 

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TEL AVIV – Aunque invariablemente las guerras terminan, los desacuerdos subyacentes suelen perdurar. Se llega a una paz tenue, interrumpida por espasmos de violencia. La forma en que terminan las guerras —por una victoria rotunda, agotamiento o mutua disuasión— puede implicar una diferencia: es menos probable que el agotamiento evite estallidos futuros que, digamos, la derrota absoluta de una de las partes… pero no hay garantías. De todas formas, no significa que no valga la pena buscar ciertos tipos de paz.

No escasean los ejemplos de enemigos —vienen a la mente Corea del Norte y del Sur, Etiopía y Eritrea, y Serbia y Kosovo— que actualmente mantienen el equilibrio con una paz frágil. Japón y Rusia aún no han formalizado el fin de las hostilidades de la Segunda Guerra Mundial debido a su duradera disputa por las islas Curiles. Y a pesar de la tregua que firmaron en 1994, Armenia y Azerbaiyán no lograron un acuerdo de paz permanente en el Alto Karabaj (hubo nuevos encontronazos incluso el año pasado).

Aunque soportar la tensión y la violencia intermitente no es, obviamente, un resultado ideal, las guerras brutales, sangrientas y a menudo prolongadas que precedieron a esos períodos de paz frágil fueron peores. De hecho, quienes se resisten a la paz imperfecta —en favor de la «paz justa» que, es de suponer, se lograría con la derrota absoluta de sus oponentes— a menudo terminan en peor situación Esto es lo que les pasó a los palestinos… y Ucrania parece decidida a correr la misma suerte.

Durante su breve visita a Estados Unidos el mes pasado, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski reiteró que su país solo aceptará la retirada total rusa del territorio ucraniano, Crimea incluida. Pero a pesar de los extraordinarios éxitos de Ucrania en el campo de batalla y el sostenido apoyo occidental a sus fuerzas, es poco probable que logre vencer categóricamente a un invasor mucho mayor.

Esto se debe en parte a que Occidente sigue calibrando el aprovisionamiento de armas a Ucrania. Es cierto, EE. UU. decidió entregar sistemas de defensa avanzados de misiles Patriot a la fuerzas ucranianas, algo que antes consideraba excesivamente riesgoso, y este mes acordó enviar un paquete adicional que incluye armamento ofensivo. Pero para salvaguardar la unidad de la OTAN y evitar una escalada, el gobierno del presidente Joe Biden procura evitar la entrega de armas de capacidad muy superior a las que ya existen en el campo de batalla ucraniano, entre ellas, las provistas por otros países de la OTAN.

Es de suponer que las decisiones sobre el aprovisionamiento de armamento a Ucrania también reflejan la evolución de la política de guerra rusa. En los últimos meses surgieron escisiones en el Kremlin: los partidarios de la línea dura claman por una estrategia más audaz frente a Ucrania. Esto podría empujar al presidente Vladímir Putin —que acaba de nombrar a otro nuevo comandante, probablemente en respuesta a las crecientes críticas— a aumentar la escala del conflicto, sobrepasar más límites que Occidente e intensificar la represión interna. Las noticias sobre unidades rusas en situación de quiebre, dispuestas a desertar o rendirse, también podrían tener un impacto importante sobre la situación de Putin en su país.

En este nuevo año Zelenski afirmó que es posible que Rusia «esté apostando al agotamiento» del pueblo ucraniano, su defensa aérea y sector energético. Probablemente esté en lo cierto. De lo que no parece darse cuenta es de que el apoyo estadounidense y de sus aliados de la OTAN solo podrá sostener a sus fuerzas por cierto tiempo. Más allá de lo admirable del combate de los ucranianos, están más cerca del agotamiento que sus contrincantes rusos.

En primer lugar, Rusia puede recurrir a un grupo de combatientes potenciales mucho mayor. Es cierto, la movilización parcial de Putin enfrentó protestas públicas y el éxodo de cientos de miles de conscriptos potenciales, pero tampoco faltaron problemas en las tareas de reclutamiento ucranianas. Muchos de quienes huyeron de la guerra se negaron a volver para luchar y, según se dice, se recluta en las calles a combatientes involuntarios. En todo caso, la población rusa es más del triple de la ucraniana.

Algo tal vez más importante es que la guerra tiene lugar en su mayor parte en suelo ucraniano: mientras los incesantes ataques con drones y misiles demolieron la infraestructura de Ucrania (causaron pérdidas directas de aproximadamente USD 130 000 millones según las estimaciones a septiembre) e infligieron miserias incalculables a sus civiles (con 40 000 muertos y entre 15 y 30 millones de desplazados), los rusos siguieron con sus vidas prácticamente sin cambios.

Esto ocurrió a pesar de las sanciones de Occidente, cuyo impacto inmediato sobre la población rusa fue limitado. En 2022, la economía rusa solo se contrajo entre el 3 y el 4 %, y el desempleo casi no cambió. Por el contrario, la economía ucraniana se redujo el 32 %, y el desempleo se disparó al 35 %. Dado que Rusia, como sus aliados iraníes, cuenta con amplia experiencia para burlar las sanciones dirigidas a su sector militar, también se las arregló para salvaguardar su base industrial de defensa y reemplazar el equipamiento militar que perdió.

Aunque las sanciones afectarán a la economía rusa en el largo plazo, el tiempo está del lado de Putin (quien confía en que los ataques sin tregua a la infraestructura y los objetivos civiles socavarán la moral y la capacidad de combate ucranianas, mientras las cuestiones económicas y políticas locales debilitan la determinación de Occidente). Probablemente las políticas fiscales suicidas de los estadounidenses republicanos —que incluyen un acuerdo que podría limitar el gasto para la defensa el año que viene— le brinden una satisfacción considerable.

A fines del año pasado, el general Mark A. Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto de EE. UU., instó a Ucrania a aprovechar los momentos de debilidad rusa para negociar una solución, ya que echar completamente a Rusia de su territorio sería «una tarea muy difícil». Su comentarios generaron violentas críticas entre quienes los interpretaron como una señal de que la estrategia de Putin estaba funcionando, pero vale la pena seguir el consejo de Milley.

Es probable que la capacidad de Ucrania para soportar la guerra se agote antes que la de Rusia. Si sus líderes se niegan a negociar antes cruzar ese umbral terminarán mucho peor que si procuran hacerlo cuando aún tienen elementos a su favor. Dada la profunda y tensa historia entre ambas partes, es poco probable que un acuerdo logre evitar futuros estallidos de violencia pero, como sabe EE. UU. por experiencia, la era de las victorias gloriosas ya no existe. La paz por agotamiento es mejor que la guerra.

Traducción al español por Ant-Translation


 

Shlomo Ben-Ami, a former Israeli foreign minister, is Vice President of the Toledo International Center for Peace and the author of Prophets without Honor: The 2000 Camp David Summit and the End of the Two-State Solution (Oxford University Press, 2022).

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